Película ¨El séptimo sello¨ 1957 (Castellano)
Por Juan Ruiz:
Es difícil elegir una sola película para ejemplificar la genialidad de Bergman, pero muchos seguramente optarían por El séptimo sello (1957), su obra maestra de fantasía negra que hoy, en el tiempo en el que la sociedad vuelve a a estar obsesionada, no sin razón, con las epidemias (o lo que antes se conocía como "la peste"), cobra renovado interés, pues es una forma artística de apreciar y dimensionar un tema recurrente.
La obra de Bergman hace referencia al Libro del Apocalipsis, atribuido a Juan de Patmos (posiblemente el mismo Juan del Evangelio) y que, en el canon bíblico del cristianismo, cierra el llamado Nuevo Testamento.
En este texto de corte profético se dice: "Y cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se hizo en el cielo un silencio que duró media hora y los siete ángeles que tenían las trompetas se pusieron a tocarlas".
El "séptimo sello" al que se alude es el último en una serie de "seguros" que, en la visión profética de Juan, posee el libro o pergamino que contiene la visión que se le está ofreciendo; cada sello es liberado paulatinamente según el Cordero considere que la visión puede continuar y el contenido de la profecía ofrecerse.
— ¿Vienes por mí?
— He estado mucho tiempo a tu lado.
— Eso lo sé.
— ¿Estás listo?
— Mi cuerpo tiene miedo, pero yo no.
En el caso de la película de Bergman, la historia transcurre en el siglo XIV. El caballero Antonius Blok (Max von Sydow) y su escudero Jöns (Gunnar Björnstrand), regresan a su país, una Dinamarca devastada por la plaga, de la Cruzada, tras diez años de ausencia.
Suecia se encuentra avasallado por la peste, nada menos que la peste negra, la epidemia más mortal de la historia.
El caballero sobrelleva la preocupación y la duda sobre el sentido de la vida tras la muerte. Reza, pero se interroga, sufre el silencio de Dios.
El escudero, por el contrario, se nos presenta como un ser materialista, escéptico y epicúreo, aunque de buenos sentimientos.
El personaje de La Muerte sale al encuentro del caballero para llevárselo, pero éste le reta a una partida de ajedrez con ánimo de vencerla, obtener de ella información sobre el más allá y hallar un sentido a su existencia, ganando tiempo para realizar una buena acción antes de morir.