El Libro de Enoc-2ª parte.
ENOC OCULTO. MENSAJE A LOS GUARDIANES
Ante esos sucesos Enoc había sido ocultado y no existía ningún humano que supiera dónde fue
escondido ni dónde estaba, ni qué le sucedió.
Él realizaba todas sus acciones con los Guardianes y pasaba sus días con los santos.
Así, yo, Enoc, estaba comenzando a bendecir al Señor de majestad, al Rey de los tiempos, y he
aquí que el Guardián del gran Santo me llamó a mí, Enoc, el escriba y me dijo:
«Enoc, escriba de justicia, ve a los Guardianes del cielo que han abandonado las alturas del
cielo, el eterno lugar santo, que se han contaminado con las mujeres haciendo como hacen los
hijos de los hombres, y han tomado mujeres y han forjado una gran obra de corrupción sobre
la tierra, y hazles saber
»que no habrá para ellos paz ni redención de su pecado.
»Y así como gozaron a causa de sus hijos, ellos verán la muerte de sus bienamados, llorarán
por la pérdida de sus hijos y suplicarán eternamente, pero no habrá para ellos misericordia ni
paz».
Esta es la imagen paradisíaca que se espera del reino de los cielos.
Enoc es encargado por los santos del cielo para que realice una acción comunicadora. Esta es, precisamente,
una de las características de la literatura apocalíptica. Cf. el Apocalipsis joánico, 1, 1‐2.
CONDENA A AZAZEL
Luego, Enoc se fue y le dijo a Azazel: «No habrá paz para ti, contra ti ha sido pronunciado un
gran juicio para encadenarte.
»No habrá para ti ni tregua ni intercesión, porque has enseñado la injusticia y a causa de todas
las obras de impiedad, violencia y pecado que has enseñado a los humanos».
Y avanzando les hablé a todos ellos, y todos temieron y se espantaron y el temblor se apoderó
de ellos.
Me suplicaron que elevara una petición por ellos para que pudieran encontrar perdón por sus
pecados y que la leyera en presencia del Señor del cielo.
Porque desde entonces ellos no pueden hablar a Dios ni levantar sus ojos al cielo, debido a la
vergüenza por los crímenes por los cuales fueron condenados.
Entonces escribí su oración con todas sus peticiones por sus almas, por cada una de sus obras
y por lo que suplicaban todos, que hubiera para ellos perdón y larga vida.
Fui y me senté junto a las aguas de Dan, en la tierra de Dan, al sur del Hermonín, a su lado
occidental, y estuve leyendo el libro donde anoté sus peticiones, hasta que me dormí.
He aquí que me vinieron sueños y cayeron sobre mí visiones hasta que levanté los párpados
a las puertas del palacio del cielo y tuve una visión del rigor del castigo. Y vino una voz y me
dijo: «Habla a los hijos del cielo para reprenderlos».
Cuando desperté fui a ellos. Todos estaban reunidos juntos y sentados llorando, en la Fuente
del Llanto que está entre el Líbano y Senaser, con los rostros cubiertos.
Conté delante de ellos todas las visiones que había tenido en sueños y me puse a hablar con
palabras de justicia y de visión, y a reprender a los Guardianes celestiales.
Capítulo 14
CASTIGO DE LOS GUARDIANES. LA CASA DE GRANIZO
Éste es el libro de las palabras de la verdad y de la reprensión de los Guardianes que existen
desde siempre según lo ordenó el Gran Santo en el sueño que tuve.
En esta visión vi en mi sueño lo que digo ahora con la lengua de carne, con el aliento de mi
boca, que el Grande ha dado a los humanos para que hablen con ella y para que comprendan
El río Dan es el mayor afluente del río Jordán. Su nacimiento se encuentra en la base del Monte Hermon, que
en este versículo es llamado Hermonín. Este monte, también mencionado en el capítulo VI, v. 6, se encuentra
en la Cordillera del Antilíbano y tiene una altura de 2814 m sobre el nivel del mar. Posiblemente fuera en este
monte donde ocurriera la mítica transfiguración de Jesús.
Recuérdese que en toda la tradición cultural mesopotámica, los sueños fueron considerados revelaciones
divinas o uno de los medios utilizados por los dioses para contactar con los seres humanos. Cf. el Mito de
Atrakhasis, nota n. 54.
en el corazón. Así como Dios ha creado y destinado a los hijos de los hombres para que
entiendan las palabras de conocimiento, así me ha creado, hecho y destinado a mí para que
reprenda a los Guardianes, a los hijos del cielo.
Guardianes: he escrito vuestra oración; pero en mi visión me fue enseñado que vuestra
oración no será atendida.
Así, pues, no subiréis más al cielo en toda la eternidad:
porque ha sido ordenado encadenaros sobre la tierra todos los días del mundo.
Pero antes veréis que todos vuestros seres queridos irán a la destrucción con todos sus hijos,
y no disfrutaréis las riquezas de vuestros seres queridos y de sus hijos, y ellos caerán en
vuestra presencia por la espada de destrucción.
Pues ni vuestra petición por ellos ni la petición por vosotros serán concedidas. Continuaréis
pidiendo y suplicando, y mientras lloráis no pronunciéis ni una palabra del texto que he
escrito.
Esto me fue revelado en la visión: he aquí que las nubes me llamaban, la neblina me gritaba,
los relámpagos y truenos me apremiaban y me despedían, y en la visión los vientos me hacían
volar, me levantaban en lo alto, me llevaban y me hacían entrar en los cielos.
Entré en ellos hasta que llegué al muro de un edificio construido con piedras de granizo,
rodeado y cercado completamente con lenguas de fuego que comenzaron a asustarme.
Entré por esas lenguas de fuego hasta que llegué a una casa grande construida con piedras de
granizo cuyos muros eran como planchas de piedra; todas ellas eran de nieve y su suelo
estaba hecho de nieve.
Su techo era como relámpagos y truenos; entre ellos había querubines de fuego y su cielo era
de agua.
Un fuego ardiente rodeaba todos sus muros cercándolos por completo y las puertas eran de
fuego ardiente.
Entré en esta casa que era caliente como fuego y fría como nieve. No había en ella ninguno de
los placeres de la vida. Me consumió el miedo y el temblor se apoderó de mí.
Tiritando y temblando, caí sobre mi rostro y se me reveló una visión.
He aquí que vi una puerta que se abría delante de mí y otra casa que era más grande que la
anterior, construida toda con lenguas de fuego.
Toda ella era superior a la otra en esplendor, gloria y majestad, tanto que no puedo
describiros su esplendor y majestad.
Su suelo era de fuego, su parte posterior de truenos y relámpagos, y su techo de fuego
ardiente.
Me fue revelada y vi en ella un trono elevado cuyo aspecto era el del cristal y cuyo contorno
era como el sol brillante, y una voz de querubines se oía.
Por encima del trono salían ríos de fuego ardiente y yo no resistía mirar hacia allá.
La Gran Gloria tenía sede en el trono y su vestido era más brillante que el sol y más blanco que
cualquier nieve;
ningún ángel podía verle el rostro debido a la magnífica Gloria y ningún ser de carne podía
mirarlo.
Un fuego ardiente le rodeaba y un gran resplandor se levantaba ante Él. Ninguno de los que le
rodeaban podía acercársele, y multitudes y multitudes estaban de pie ante Él y Él no
necesitaba consejeros.
.
Y las santidades de los santos que estaban cerca de Él no se alejaban durante la noche ni se
separaban de Él.