El alma en el Sistema Prisión y Granja Humana del Gnosticismo | C. Jung, S. Freixedo y C. Malanga

En el gnosticismo antiguo, la Tierra es conceptualizada como una prisión de almas y una granja del demiurgo y los arcontes, reflejando una visión del mundo profundamente dualista. Según estas creencias, el demiurgo es una deidad creadora menor que, en lugar de un acto benevolente, crea el mundo material como una prisión para las almas divinas atrapadas en cuerpos físicos. Esta concepción está enraizada en la idea de que el mundo material es imperfecto, corrupto y distante de la verdadera realidad espiritual y divina.

Los arcontes, que son seres subordinados al demiurgo, desempeñan el papel de guardianes y administradores de esta prisión terrenal. Se les considera entidades que actúan para mantener a las almas en el ciclo de reencarnaciones y sufrimientos, impidiendo su regreso a la verdadera realidad espiritual. En esta visión, los arcontes son responsables de las estructuras sociales y políticas que perpetúan la opresión y el control sobre la humanidad, perpetuando el sufrimiento y la ignorancia.

Desde esta perspectiva gnóstica, la existencia en la Tierra es vista como un estado de bondage en el que las almas buscan el conocimiento esotérico (gnosis) para liberarse. El conocimiento espiritual se convierte en la clave para transcender el mundo material y escapar de la influencia del demiurgo y los arcontes. Este conocimiento se considera una revelación de verdades ocultas que permite a las almas recordar su origen divino y alcanzar la liberación.

La noción de la Tierra como una "granja" también sugiere que los seres humanos están siendo utilizados como recursos para el beneficio del demiurgo y los arcontes. Esta metáfora subraya la explotación y manipulación de la humanidad, donde las almas son vistas como piezas en un juego cósmico que sirve a los intereses de entidades que buscan mantener su poder y dominio.

En esta línea, Freixedo plantea en sus escritos que los seres humanos viven en una especie de “gran granja” donde las emociones negativas como el miedo, la ansiedad y el dolor son cosechadas por estas entidades para su propio beneficio. Este punto de vista se entrelaza con la noción gnóstica de la Tierra como un lugar de explotación y control, donde las almas no son libres, sino que están sometidas a fuerzas que buscan mantenerlas en un ciclo constante de sufrimiento. Freixedo también explora la idea de que estas entidades se presentan de diversas formas, como dioses, extraterrestres o seres interdimensionales, todas con el objetivo de manipular la percepción humana y evitar su despertar espiritual.

Corrado Malanga, por su parte, desde una perspectiva que mezcla la ufología, la psicología y el análisis de abducciones, también ha propuesto una visión similar en la que los seres humanos son utilizados por entidades que operan más allá de la percepción ordinaria. Según Malanga, muchas de estas entidades actúan como los arcontes descritos por los gnósticos, utilizando tecnologías avanzadas y manipulaciones psíquicas para mantener a la humanidad bajo control. Malanga sostiene que estas entidades, que van desde extraterrestres hasta formas puramente energéticas, buscan obtener energía vital de los humanos, especialmente a través de la manipulación de sus emociones y percepciones.

Malanga ha desarrollado métodos de hipnosis regresiva para liberar a las personas de la influencia de estas entidades, proponiendo que la liberación personal y espiritual es posible mediante la toma de conciencia de la verdadera naturaleza de estas fuerzas. Esto resuena con la búsqueda gnóstica de gnosis, donde el autoconocimiento y la revelación de la verdad oculta son los medios para la emancipación. Según Malanga, la clave para escapar de esta prisión cósmica radica en reconocer la realidad del alma, su conexión con el todo, y rechazar la manipulación impuesta por los arcontes.

Ambos autores, aunque provienen de campos diferentes, convergen en la idea de que la humanidad está atrapada en una estructura de control que va más allá de lo físico y que se necesita un despertar espiritual o una reconexión con una verdad trascendental para liberarse. Estas visiones, aunque modernas, beben profundamente de las ideas gnósticas antiguas, adaptándolas al contexto contemporáneo de fenómenos paranormales y la teoría de la conspiración, manteniendo viva la imagen de un mundo en el que la humanidad lucha por su liberación de fuerzas ocultas y manipuladoras.

Carl Jung, Charles Fort, Jacques Vallee y otros autores también estuvieron influenciados por el gnosticismo antiguo.

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