...Exquisito. Desborda sensibilidad. Lo transmite todo.
No puedo describir esta música...En su interpretación, se describe a sí misma. Se siente. Decía Dante, que existen verdades, que sólo son transmisibles si un propósito mayor las asiste.
Desde el comienzo, que me sugiere los pasos dados, se abre en las siguientes piezas a resonarme en la nostalgia. Hasta el mental entra en consonancia, observando cómo el eco de la reverb refuerza la sensación de espacio vacío externo, de soledad… Me sumerjo. Me vienen ganas de moverme. De danza. Recuerdos de ejercicios de barra, arqueo y estiro las piernas, giro los tobillos, marco las puntas de los pies. Estiro el cuerpo hacia donde los brazos se despliegan, siguiendo el trazo de la mano... y de los dedos. Imagino la danza, desde arriba. La música cae en gotas, como un aguacero templado que llueve sobre mi. Las lágrimas se mezclan con la lluvia y a ratos quieta, a ratos girando, así, permanezco. Sólo la poesía sería justa para describir el sentir que provoca la escucha. Cuando se escucha en soledad. Sin distracciones.
Pongo mis manos en el pecho, y una vez más. Recuerdo a uno de mis hermanos, que me pidió mi voz por primera vez y yo, le pedí, curar a una persona. Me enseñó a colocar las manos y me dijo: “siéntelo”. Al sentir, brotaron fractales de enredaderas de las manos. Espirales de hojas creciendo de inmediato y propagándose, desplegando sus brotes a tiempo real, como los pasos del algiz, del espíritu del bosque, donde todo brota, crece y muere, tras los pasos dados. Y así hice entonces, brotar las hojas. Y así. hago ahora sobre mi pecho.
En algún momento, de esos casi 42 minutos de sublime expresión, ya cerca del final, apareció calidez, adentro mío. Como el fuego de la lumbre del hogar. Y la calidez se propagó hacia afuera, por todo el cuerpo. Apacible y templado. Hasta que ese bienestar cálido me hizo exclamar: ¡qué a gusto estoy!, ¡me siento como en casa!
“Desde casa, con amor...”reza el concierto. Un regalo para recibir. Un mensaje sentido. Gracias Aysan.
El calor y la música, también me recordó a Denia. La sensación de estar donde tenía que estar. Sentirme bien, simplemente, y sonreír por ello. Recuerdo un mensaje al volver de allí, que me traslada al hecho de que tenemos un nombre, y aunque sólo pudiera comprender aproximaciones a su real significado, lo que me hizo sentir es, que te lo ponen tus Hermanos…en una noche introspectiva.
Feliz Navidad a tí también. Sublime. Muchas gracias.
...Exquisito.
Desborda sensibilidad. Lo transmite todo.
No puedo describir esta música...En su interpretación, se describe a sí misma. Se siente.
Decía Dante, que existen verdades, que sólo son transmisibles si un propósito mayor las asiste.
Desde el comienzo, que me sugiere los pasos dados, se abre en las siguientes piezas a resonarme en la nostalgia. Hasta el mental entra en consonancia, observando cómo el eco de la reverb refuerza la sensación de espacio vacío externo, de soledad… Me sumerjo. Me vienen ganas de moverme. De danza. Recuerdos de ejercicios de barra, arqueo y estiro las piernas, giro los tobillos, marco las puntas de los pies. Estiro el cuerpo hacia donde los brazos se despliegan, siguiendo el trazo de la mano... y de los dedos.
Imagino la danza, desde arriba.
La música cae en gotas, como un aguacero templado que llueve sobre mi.
Las lágrimas se mezclan con la lluvia y a ratos quieta, a ratos girando, así, permanezco.
Sólo la poesía sería justa para describir el sentir que provoca la escucha.
Cuando se escucha en soledad. Sin distracciones.
Pongo mis manos en el pecho, y una vez más.
Recuerdo a uno de mis hermanos, que me pidió mi voz por primera vez y yo, le pedí, curar a una persona. Me enseñó a colocar las manos y me dijo: “siéntelo”. Al sentir, brotaron fractales de enredaderas de las manos. Espirales de hojas creciendo de inmediato y propagándose, desplegando sus brotes a tiempo real, como los pasos del algiz, del espíritu del bosque, donde todo brota, crece y muere, tras los pasos dados. Y así hice entonces, brotar las hojas. Y así. hago ahora sobre mi pecho.
En algún momento, de esos casi 42 minutos de sublime expresión, ya cerca del final, apareció calidez, adentro mío. Como el fuego de la lumbre del hogar. Y la calidez se propagó hacia afuera, por todo el cuerpo. Apacible y templado.
Hasta que ese bienestar cálido me hizo exclamar: ¡qué a gusto estoy!, ¡me siento como en casa!
“Desde casa, con amor...”reza el concierto. Un regalo para recibir. Un mensaje sentido. Gracias Aysan.
El calor y la música, también me recordó a Denia. La sensación de estar donde tenía que estar. Sentirme bien, simplemente, y sonreír por ello.
Recuerdo un mensaje al volver de allí, que me traslada al hecho de que tenemos un nombre, y aunque sólo pudiera comprender aproximaciones a su real significado, lo que me hizo sentir es, que te lo ponen tus Hermanos…en una noche introspectiva.
Feliz Navidad a tí también.
Sublime. Muchas gracias.
Precioso concierto!
Muchas gracias!!
gracias Aysan, preciosa musica !!
Gracias, feliz Navidad!!!
¡Gracias Áysan!
¡Preciosa composición!