“El Apocalipsis de Adán"
“Apocalipsis de Adán” – perspectivas esotérica, religiosa y conspirativa
"por voz del zorro"
El Apocalipsis de Adán es un texto gnóstico setiano (descubierto en Nag Hammadi en 1945) que propone una versión radicalmente distinta de la historia sagrada del Génesis
En él Adán, en su año septuagésimo, revela a su hijo Set un “conocimiento oculto” sobre la creación: declara que él y Eva fueron hechos por un “dios menor” (Sakla o Yaldabaoth), pero que originalmente procedían de un Eón verdadero (un Dios primigenio) y poseían una gloria que superaba la del mismo creador material
De ahí salen las verdades incómodas del texto: Dios (el demiurgo) es presentado como un poder inferior, ignorante y hasta cruel; la caída del hombre no se debe a la desobediencia sino a la separación forzada de la luz divina; y la salvación se vincula a una revelación interna (“agua viva”, “semilla santa”) que el dogma oficial calla. A continuación, abordamos sus elementos desde tres ángulos combinados.
Perspectiva esotérica
El Apocalipsis de Adán está impregnado de símbolos ocultos y mitos arquetípicos. Por ejemplo, Adán y Eva aparecen como dos mitades de un ser primordial: su “espíritu” original era uno solo, pero “el dios (Sakla) regente del Eón, enfurecido, nos dividió… en dos mitades, una espiritual y otra dependiente de la parte física”, arrancándoles la gloria que tenían
Esta imagen recuerda la tradición del Adam Kadmon cabalístico o el Hombre primordial hermafrodita que fue separado, así como creencias herméticas de un microcosmos originario fracturado. De ese ser compartido brotaron Adán y Eva, pero sin su luz divina: la ruptura de la “unidad cósmica” explica la ignorancia y el sufrimiento humanos.
Entre los símbolos místicos destaca la idea de la “semilla” y el conocimiento divino que pasa de generación en generación. Adán confiesa que “el conocimiento entró en la semilla del gran Eón”, y por eso llamó a su hijo Set –literalmente “la generación”– por el nombre del hombre (illuminador) que habría de redimirlo
Set es así presentado no como un linaje ordinario, sino como el portador de la futura sabiduría, una especie de Mesías oculto.
Además, Adán es visitado en visión por tres seres celestiales: “tres grandes hombres {el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo}” que descienden para instruirlo sobre el origen de un Aeón superior
La explícita alusión a la Trinidad gnóstica (Padre, Hijo, Espíritu) insinúa una cosmovisión donde la verdadera divinidad trasciende al dios creador material. Estos emisarios proclaman a Adán levantar “del sueño de la muerte” para escuchar la revelación del “aeón” que procede de él y Eva –un guiño esotérico a ciclos ocultos y reinos celestes.
Finalmente, el texto mismo habla de un “bautismo sagrado” de sabiduría: al final se dice que este conocimiento de Adán es “el bautismo santo de los que conocen el eterno conocimiento… que vienen de la santa semilla: Yesseus, Mazareus, Yessedekeus, el agua viva”
Estos nombres crípticos (fragmentos que evocan Yeso Jesús de Nazaret, Nazareos, Jesús… y el concepto de “agua viva”) son un enigma místico. En tono esotérico, podrían interpretarse como claves numéricas o fonéticas que conectan a Jesús con antiguos misterios. En suma, el texto vierte arquetipos ocultos: el Adán original glorioso, la dualidad cuerpo/espíritu, la descendencia de la semilla divina, la figura del Redentor escindida en múltiples emanaciones, y un conocimiento oculto (gnosis) que solo unos pocos iniciados reciben.
Principales símbolos arquetípicos clave:
Gloria perdida: “nos asemejábamos a los amorosos ángeles eternos, porque éramos espiritualmente más grandes que el dios que nos había formado”
(El hombre primordial superior al Demiurgo.)
División primigenia: “nos dividió… en dos mitades… nuestra gloria… se convirtió en oscuridad”
(Separación del ser original.)
Linaje salvador: “entró en la semilla del gran Eón… Yo te he llamado… [Set] por ese hombre que es origen de la gran generación”