Teoría de los Chitauri Manipulación Interdimensional y la Evolución Humana
Teoría de los Chitauri: Manipulación Interdimensional y la Evolución Humana
La teoría de los Chitauri propone que una antigua civilización de seres interdimensionales, los Chitauri, intervino en el desarrollo de la humanidad hace milenios. Estas entidades reptilianas, según el relato de Credo Mutwa, utilizaron su tecnología avanzada y habilidades psíquicas para manipular la biología, psicología y estructura social humanas. Se postula que su intención fue crear una especie humana más fácil de controlar y manipular, moldeando a la humanidad no solo en términos de género y sexualidad, sino también en su capacidad espiritual.
En su estado original, los humanos se habrían caracterizado por ser seres completos y espiritualmente elevados, descritos como “humanos primordiales”. Estos seres poseían una conexión intrínseca con el universo, viviendo en armonía y con una consciencia de unidad que trascendía las limitaciones físicas. La llegada de los Chitauri marcó un punto de inflexión, en el que los humanos comenzaron a perder su conexión espiritual, quedando atrapados en las dimensiones materiales y emocionales.
En las enseñanzas de Credo Mutwa, se sostiene que la humanidad primigenia era una raza de seres andróginos o hermafroditas, es decir, seres completos en sí mismos que no necesitaban del sexo opuesto para reproducirse o para sentirse completos. Según esta versión, los humanos primordiales poseían un estado de unidad física y espiritual que les confería una mayor conexión con lo divino y una libertad desconocida para las generaciones posteriores. Este estado hermafrodita y armonioso fue, según las historias de Mutwa, manipulado o modificado por los Chitauri.
Al llegar a la Tierra, los Chitauri habrían alterado la estructura biológica y espiritual de la humanidad para dividir a los seres humanos en dos géneros: masculino y femenino. Esta división, según Mutwa, no solo los hizo menos autosuficientes en un sentido reproductivo, sino que también creó una dinámica de dependencia emocional y física entre los géneros, debilitando la autonomía de los individuos y su capacidad de conexión espiritual.
Para los Chitauri, dividir a los humanos en géneros opuestos sirvió como un medio para generar dependencia emocional y física entre individuos, creando una dinámica de deseo y conflicto que erosionaba la autonomía humana. Esta manipulación de la sexualidad fue fundamental para crear una estructura de poder en la que los humanos fueran más vulnerables, ya que, centrados en sus deseos y necesidades emocionales, descuidaron su crecimiento espiritual.