2 RELATOS SOCRÁTICOS (Documental de Filosofía) - La Acusación de MELETO + El TRIPLE FILTRO

Pocos filósofos a lo largo de la historia han sido descritos y analizados con juicios tan polarizados como Sócrates. En lo que concierne a su figura, parece que sólo resaltan honorables alabanzas o atronadoras vejaciones y, por descontado, las tonalidades grisáceas son un recurso escaso entre tanto claroscuro. Antes bien, son aún menores en número quienes ponen en duda el hecho de que las trazas de su icónica actitud y su singular actividad han acarreado consecuencias capitales en la creación del concepto de hombre en la edad contemporánea. Dicho esto, ha llegado el momento de exponer dos relatos socráticos imprescindibles para todo buen amante de la filosofía: la acusación de Meleto y el filtro triple.
⌚ Línea temporal:
00:00-01:13- Introducción.
01:13-22:18 - (1) La acusación de Meleto.
22:18-35:12 - (2) El filtro triple.
35:12-36:19 - Conclusión.
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Una significativa fracción de la sociedad ateniense veía al pensador griego como un tábano intelectual y moral. Sin ir más lejos, presta atención a las siguientes declaraciones de Calicles en el diálogo platónico de ‘Gorgias’: «Sócrates, no dices más que tonterías… Te ríes de todo el mundo, no me dejas hablar y nunca respondes a mis preguntas sino con otras más confusas todavía. Si fueras más amable, generoso y comprensivo, me habrías dado la razón en vez de perderme con tus juegos de palabras. Tú eres un gurú malévolo, peligroso, infame, brutal y violento que, para colmo, ni siquiera se percata de ello. En su lugar, manipulas a gente débil e ignorante aprovechándote de tu poder. Por ende, mereces ser silenciado». Y no suponga el espectador que las críticas cesaron tras la polémica y emblemática muerte del pensador. En el arranque de su obra “El ocaso de los ídolos”, Friedrich Nietzsche expresó la que quizás sea la estocada más dura ante el paradigma socrático. En resumidas cuentas, el autor alemán considera a Sócrates como un “feo plebeyo que personifica los síntomas de la decadencia humana en tanto en cuanto su discurso marca los inicios de un instinto que se pudre paulatinamente hasta tornar contra el individuo mismo ejerciendo la tiranía de la razón”. En este sentido, el famoso daimon socrático o “el genio divino que cohabita en nuestro interior” es diagnosticado como una alucinación y, su método basado en la dialéctica y la mayéutica en relación con dicho espíritu interno, una forma de venganza contra la vida. Refugiándose en un delirante castillo de humo metafísico que rebaja los objetos materiales del mundo sensible a meras copias de ideas o formas puras, perfectas y divinas, Sócrates patologiza la vida como una pálida imitación de la Bondad, la Belleza o la Verdad; por cierto, términos cuyas iniciales están escritas en mayúscula para rematar el embuste de y por medio de la palabra. Con todo, el filósofo griego no llegó a mostrar en vida signos evidentes de preocupación por acomodarse a la opinión pública, ni tampoco pronunciadas expresiones de desconsuelo por quienes trataban de callarle a toda costa.