LA PAZ es el resultado de trascender nuestras propias existencias
Le pedí a nuestros dioses...
Les pedí fuerza...
Y los dioses me dieron dificultades para hacerme fuerte.
Pedí sabiduría...
Y los dioses me dieron problemas para resolverlos.
Pedí coraje...
Y los dioses me dieron peligros para superarlos.
Pedí paciencia...
Y los dioses me pusieron en situaciones en las que tenía que esperar.
Pedí amor...
y los dioses me dieron gente con problemas a la que ayudar.
Pedí favores...
Y los dioses me dieron oportunidades.
Pedí todo para poder disfrutar de la vida....
En cambio, los dioses me dieron la vida para que pudiera disfrutar de todo.
Pedí a los dioses flores,
pero empezó a llover...
No recibí nada de lo que quería, recibí todo lo que necesitaba.
El hombre como ser que padece su trascendencia
El hombre no es solamente un ser histórico, aquel cuyo tiempo sea el sucesivo, tiempo de la conciencia aplicado a la realidad como sucesión de acontecimientos. El hombre es ante todo aquel ser destinado a trascender, a trascenderse a sí mismo padeciendo esta trascendencia, un ser, el hombre, en perpetuo tránsito que no es solamente un pasar sino un pasar más allá de sí: de aquellos personajes que el sujeto va ensoñando con respecto a sí mismo. Que el hombre sea un ser trascendente significa que no ha acabado de hacerse, que ha de irse creando a medida que va viviendo. Y si el nacer es salir de un sueño inicial, el vivir será ir saliendo de otros sueños, sucesivos estos, mediante sucesivos despertares.
María Zambrano