🟢 Esta es la historia de Buda - LQNELQVA T2 E1

Siddhartha no nació sabio. Nació príncipe, que es casi lo contrario. Lo encerraron en un palacio, le cubrieron los ojos con oro y le dijeron que el mundo era bello, limpio, eterno. Pero un día salió. Y entonces lo vio: un viejo, un enfermo, un cadáver. Como si se rompiera el espejo. Entendió que la vida no era lo que le habían contado. Era pérdida, dolor, tránsito. Y entonces hizo lo único que un hombre lúcido podía hacer: lo dejó todo.

Vagó. Se castigó. Se privó del cuerpo como si fuera pecado, y tampoco encontró respuestas. Hasta que, bajo una higuera —cansado ya de buscar, como se encuentran las cosas—, se quedó quieto. No pensó. No rezó. No huyó. Y en esa quietud, el mundo se ordenó. Despertó. Le llamaron Buda. No porque fuera dios, sino porque dejó de dormirse en el teatro de las apariencias.

Luego habló. No prometió cielos, ni infiernos, ni milagros. Dijo: todo cambia, todo duele, todo pasa. Pero si dejas de desear que no duela, si dejas de apegarte al reflejo, entonces, tal vez, te liberes. Reveló un modo de estar en el mundo sin romperse. Lo que dejó no fue un templo, sino un sendero. Tan sencillo como eso.