Psicología de la posible evolución del hombre - Quinta conferencia
En relación con el estudio del posible desarrollo del hombre, debo establecer un punto muy importante. Hay dos lados del hombre que deben ser desarrollados, es decir, hay dos líneas de posible desarrollo que tienen que proceder simultáneamente. Estos dos lados del hombre, o esas dos líneas de posible desarrollo, son el saber y el ser. Ya he hablado muchas veces sobre la necesidad del desarrollo del saber, y particularmente del conocimiento de sí, porque uno de los rasgos más característicos del estado actual del hombre es que no se conoce a sí mismo.
Por lo general la gente comprende la idea de diferentes niveles de saber, la idea de la relatividad del saber, y la necesidad de un saber totalmente nuevo. Lo que en la mayoría de los casos la gente no comprende es la idea de que el ser está completamente separado del saber; y más aún, la idea de la relatividad del ser, la posibilidad de diferentes niveles del ser, y la necesidad del desarrollo del ser, separadamente del desarrollo del saber.
Un filósofo ruso, Vladimir Solovieff, usaba el término "ser" en sus escritos. Hablaba del ser de una piedra, del ser de una planta, del ser de un animal, del ser de un hombre y del ser divino. Esto es mejor que el concepto ordinario, por cuanto en la comprensión ordinaria el ser de un hombre no es considerado en forma alguna diferente del ser de una piedra, del ser de una planta, o del ser de un animal. Desde el punto de vista ordinario, una piedra, una planta, un animal, son o existen, exactamente de la misma manera que un hombre es o existe. En realidad, existen de manera totalmente diferente. Pero la división de Solovieff no es suficiente. No hay tal cosa como el ser de un hombre. Por cuanto hay demasiadas diferencias entre los hombres. Ya he explicado que desde el punto de vista de la enseñanza que estamos estudiando, el concepto de hombre está dividido en siete conceptos: el hombre N° 1, el hombre N° 2, el hombre N° 3, el hombre N° 4, el hombre N° 5, el hombre N° 6 y el hombre N° 7. Esto quiere decir siete grados o categorías de ser: el ser N° 1, el ser N° 2, el ser N° 3, etc. Además, conocemos divisiones más finas. Sabemos que puede haber hombres N° 1 muy diferentes, muy diferentes hombres N° 2, y muy diferentes hombres N° 3. Pueden vivir enteramente bajo influencias A. Pueden estar afectados por igual tanto por las influencias A como por las influencias B. Pueden estar más bajo las influencias B que bajo las A. Pueden tener un centro magnético. Pueden haber entrado en contacto con la influencia de una escuela o influencia C. Pueden estar en camino de llegar a ser hombres N° 4. Todas estas categorías indican diferentes niveles de ser. En el pensamiento religioso la idea del ser entraba en la base misma del pensar y del hablar sobre el hombre, y, en comparación con ella, todas las otras divisiones del hombre eran consideradas como sin importancia. Los hombres estaban divididos, por un lado, en paganos, descreídos, o herejes y, por el otro, en verdaderos creyentes, hombres justos, santos, profetas, etc. Todas estas definiciones no se referían a puntos de vista ni convicciones, es decir, no al saber sino al ser.
En el pensamiento moderno se ignora la idea del ser y de diferentes niveles de ser. Por el contrario, se cree que cuantas más discrepancias y contradicciones haya en el ser de un hombre, tanto más interesante y brillante puede ser. En general se admite, aunque tácitamente -y algunas veces ni siquiera tácitamente-, que un hombre pueda ser dado a la mentira, pueda ser egoísta, indigno de confianza, irrazonable, pervertido, y sin embargo ser un gran sabio, o un gran filósofo o un gran artista. Naturalmente, esto es totalmente imposible. Esta incompatibilidad de diferentes rasgos en un ser, que por lo general es considerado como originalidad, en realidad sólo significa debilidad. No se puede ser un gran pensador o un gran artista con una mente pervertida o inconsistente, como no se puede ser un boxeador profesional o un atleta de circo si uno está sin fuerza física. La difundida y aceptada idea de que la inconsistencia y la amoralidad significan originalidad es responsable de muchas de las imposturas científicas, artísticas y religiosas de nuestros tiempos y probablemente de todos los tiempos. Es necesario comprender claramente lo que significa el ser, y por qué debe crecer y desarrollarse paralelamente con el saber, pero independientemente de él. Si el saber crece más que el ser, o el ser crece más que el saber, el resultado es siempre un desarrollo unilateral, y un desarrollo unilateral no puede ir lejos. Está destinado a llegar a una seria contradicción interior y detenerse allí. Algún día quizá hablaremos de las diferentes clases de desarrollo unilateral y de los diversos resultados. De ordinario, en la vida nos encontramos sólo con una clase, es decir, cuando el saber ha crecido más que el ser. El resultado toma la forma de una dogmatización de ciertas ideas y la consecuente imposibilidad de un mayor desarr