Con astucia, seducción y clandestinidad, el ser humano ha sido llevado, gradualmente, hacia un reluciente redil, en el que cree ser libre.
En esa sensación de libertad de decisión (de opinión), pretende ignorar que esa opinión se elabora en laboratorios de ingeniería social.
Bajo esta hábil ingeniería, que dirige opiniones y emociones, se oculta, la actual deriva existencial.
Una deriva que arrastra al individuo hacia su total sometimiento y desarraigo, tras haber olvidado su origen y traicionado sus raíces.