Hablar de guerra, intentar explicarla, es un absurdo intento de representar con palabras sentimientos poco menos que inenarrables. Describir el horror, la destrucción, el miedo casi paralizante, es un verdadero desafío. Quien haya pasado por esas duras instancias comprenderá estas torpes palabras. Mi función como piloto es comandar mi nave con el objetivo absoluto de rescatar vidas, sean físicas como espirituales. Las almas son más sencillas. Vagan en el tiempo espacio y solamente debo capturarlas en las unidades plasmáticas que posee la nave. Si el rescate es dentro de los parámetros físicos, la situación se torna más compleja. No puedo introducir en la nave cuerpos físicos de Tercera Dimensión. ¿Qué hacer entonces?
¿Qué es la culpa? La culpa es una emoción compleja y, digo compleja porque la percepción como tal, está sujeta al universo de cada uno en particular según consideramos se transgrede una norma ética o moral que tenemos. Así, lo que uno considera culpa para otro, no lo es.