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44) EL MONSTRUO DE CUATRO CABEZAS
martes, 3 de mayo de 2011 - 1
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Este artĆculo pretende mostrar uno de los engaƱos mĆ”s
grandes y mejor orquestados de la historia de la
humanidad, la Democracia. Su defensa enarbola la bandera de la libertad y la justicia, flanqueada por la polĆtica y la religión, sus lugartenientes de barro. En su nombre se cometieron y se cometen los mĆ”s atroces pecados, guerras, asesinatos, violaciones, traiciones y mentiras. Todo por la defensa del monstruo y su verdadero rostro, el ego, un programa macabro implantado por los amos hace eones para ocultar a la unidad de carbono la existencia de la consciencia del ser. Comencemos analizando el concepto de libertad. Libertad es una palabra cuyo concepto primogĆ©nito encierra una energĆa especial, porque su procesamiento es tarea natural y exclusiva del centro emocional, pero muy astutamente los amos modificaron la octava de tal manera, que tomó el control de procesamiento el centro intelectual asociĆ”ndola directamente con la democracia, usted es libre si vive en democracia, de lo contrario no lo es. La libertad implica todo un conjunto de sentimientos que no refleja en absoluto a quien estĆ” asociada, usted no es libre de nada, toda decisión estĆ” normalizada por leyes hechas en realidad para dominarlo y que ni siquiera usted estuvo de acuerdo ni formo parte de su creación. Libre es ser dueƱo de sus actos en su totalidad, sin nada ni nadie que le diga cuando, donde, que y como hacerlo, solo usted y su consciencia son dueƱos de su libertad, sin representantes ante nadie, pero en su defecto la democracia se hizo cargo como representante de su libertad defendiĆ©ndola con la supuesta ājusticiaā, y aquĆ entramos en la segunda y aberrante mentira, la justicia, Āæque es ser justo?, acaso es justicia dejar que mueran niƱos por inanición, o tal vez justicia es estar encerrados en nuestras casas mientras los delincuentes hacen y deshacen a su antojo, o quizĆ”s justicia es tener que pagar por todo lo que uno tiene como si fuera alquilado, o justo es tener que comprar un pedazo de tierra para vivir Āæquien es dueƱo de la tierra, los poderosos, los que disponen de dinero?, Āæacaso no nos pertenece a todos por haber nacido en ella?, Āæjusticia es que la salud, la educación y la vivienda sea un derecho solo para los que tienen dinero? Āæjusticia es que se permita lo que se permite y no se permita lo que se tiene que permitir?.
La justicia es una gran mentira, una perversa ilusión que usan para dominarnos, la Ćŗnica justicia verdadera es la del amor, claro que no esta permitido ejercerlo, no sea cosa que seamos realmente justos con nosotros y con los demĆ”s. Pero por suerte tenemos a la religión, que cura nuestras heridas y alivia nuestro sufrimiento, la religión del Demiurgo de la tierra, la religión que nos cobijo en la inquisición, que nos protegió en las guerras, que nos alimento en la desgracia, que nos aclaró todas las dudas del alma, que nos dió amor y nunca nos amenazó con el castigo divino, que nos protegió del miedo a la muerte mostrĆ”ndonos el infierno, la religión que enarbola la bandera del sufrimiento en la pasión de su representante, y lo muestra muerto y crucificado, en vez del amor y la vida con las enseƱanzas del mismo, la religión que con su fortuna y sus bancos (Santander y otros) se ocupa de los necesitados, si, por suerte tenemos esa religión que respetan los polĆticos porque es su socia en justicia y libertad.
PolĆticos que ejercen la polĆtica para someter, engaƱar, robar, dominar, defraudar, manipular, en representación de la ādemo-nio-craciaā y en nombre de la ciudadanĆa, sus esclavos, perdón, quise decir empleadores, porque son nuestros empleados Āæno?, nosotros los elegimos, les pagamos sus descomunales sueldos, les damos sus ilimitados poderes, le engordamos su ego y su bolsillo, todo para que nos representen, defiendan, protejan, etc. Que ironĆa, el patrón le dió el poder al empleado y ahora ni siquiera se da cuenta de ello, porque el programa esta implantado, el monstruo de cuatro cabezas estĆ” en cada uno de nosotros, defendiendo su existencia con uƱas y dientes para que nos siga devorando, poco a poco, disfrutando su exquisito banquete de unidades de carbono. Corderos de dios, corderos de los amos, corderos de sus representantes, corderos de nosotros, corderos de corderos.
Esta es la cruda realidad, sin vueltas ni anĆ”lisis, sin justificaciones vacĆas, sin programas protectores, sin filtros que suavicen, solo la realidad subjetiva, la realidad general es otra cosa, porque con un solo movimiento la realidad subjetiva serĆa diferente y todos nosotros serĆamos los amos y ellos los esclavos, pero eso tampoco serĆa justo, porque el cambio de roles no es la solución, justo serĆa mostrar todas las cartas para poder elegir la mejor para todos, y eso solo se logra con amor, esa extraƱa palabra que cuesta tanto entender y procesar correctamente, la que nos conecta con la fuente