EL NÚMERO DE SU NOMBRE - EL APÓSTOL (Capítulo 6)
“EL NÚMERO DE SU NOMBRE”
por Pampa Fillol (https://www.facebook.com/photo/?fbid=640771989646066&set=a.625655567824375)
CAPÍTULO 6: EL APÓSTOL
La ilustración que acompaña a este capítulo muestra la diferencia entre el territorio recorrido por Jesús, y los viajes misioneros de Pablo descriptos por Lucas en Hechos de los Apóstoles.
El punteado celeste de la primera imagen corresponde a Jesús, quien lo más al norte que llegó de Nazaret fue Cafarnaún --ninguna de estas dos poblaciones menores aparece en este mapa francés-- y lo más al sur fue Jerusalén. Sin recursos ni financiación, esa fue toda el área que logró cubrir Jesús.
Los múltiples colores de la segunda imagen corresponden a Pablo, quien evidentemente sí recibía recursos y financiación de alguna fuente, sin contar que después de pasar algunos años en Roma fue enviado a predicar a España, como consta en registros oficiales de la Iglesia, aunque no en la Biblia. La ilustración no incluye esa visita a la península ibérica, porque la intención de este libro es mantenerse dentro de lo que figura en la Biblia, así como citar únicamente pasajes contenidos en el Nuevo Testamento.
Pablo recorrió el mundo anunciándose como "Apóstol de Jesucristo", a pesar de que no lo era. Con esas tres palabras se presenta a sí mismo en el primer versículo del primer capítulo de cada una de sus siguientes Epístolas: Primera Carta a los Corintios, Carta a los Efesios, Carta a los Colosenses, Primera Carta a Timoteo, Segunda Carta a Timoteo y Carta a Tito.
A lo largo de las 14 Cartas suyas incluidas en el Nuevo Testamento, Pablo se refiere 18 veces a sí mismo como "Apóstol". En su Evangelio y en sus tres Cartas, Juan jamás utiliza ese término para hablar de sí mismo. Tal vez justamente porque sí lo era, no necesitaba repetir una y otra vez que lo era.
De hecho, Juan no hablaba de sí mismo. No se presentaba a sí mismo, quizás porque sabía que lo importante no era él, sino el mensaje que había recibido de Jesús.
En una de sus 18 veces, Pablo dice "en nada soy inferior a esos «apóstoles por excelencia»" (2 Corintios 12:11) y en otra aclara que "yo he trabajado más que todos ellos" (1 Corintios 15:10). Al observar la extensión de sus viajes, no cabe duda de la veracidad de esta segunda frase.
En la primera frase, mientras tanto, el uso de las comillas en «apóstoles por excelencia» sugiere un tono socarrón, que denota la competencia de Pablo con Los Doce, los verdaderos Apóstoles, ninguno de los cuales, más allá de que muchos lo apoyaron políticamente, aceptó concederle a Pablo el título de "Apóstol" con mayúscula que él tanto reclamaba.
A ellos los había elegido Jesús en persona, y todos estaban de acuerdo en que la visión camino a Damasco no contaba como elección en persona, ni ubicaba a Pablo en el mismo nivel en el que estaban ellos.
Lo cual conduce al nudo en el que tal vez se enfoquen los historiadores de algún siglo futuro, cuando reconstruyan la historia de las creencias de Occidente en estos 2.000 años.
En su Carta a los Gálatas, Pablo se presenta como "Pablo, Apóstol, no de parte de hombres ni por la mediación de un hombre" (Gálatas 1:1).
Decir "no de parte de hombres" es la forma de Pablo de prescindir de la aprobación de Los Doce. Al ver que la batalla por conseguir que los Apóstoles le concedieran el título estaba perdida, Pablo procede a aclarar que no necesita consentimiento de nadie para llamarse a sí mismo como él quiera.
Pero eso es lo de menos. El meollo viene después, en la frase "ni por la mediación de un hombre". Aquí Pablo transforma la batalla perdida en una victoria sideral, cuyo cimbronazo reverbera hasta la actualidad, en la estructura de postulados de la mente occidental.
"Ni por la mediación de un hombre" significa que a ellos, a los «apóstoles por excelencia», los había elegido un hombre. Jesús hombre. Jesús, en versión humana.
A él, en cambio, según el relato de su visión rumbo a Damasco, lo había elegido algo diferente de un hombre. Un supuesto Jesús no hombre. Jesús, en versión no humana.
Por lo tanto, si él lograba poner a su Jesús no humano por encima del Jesús humano de los Apóstoles, aquello que antes lo situaba frente al mundo en una posición inferior respecto de Los Doce, porque ellos habían sido elegidos y él no, se convertiría de pronto en su mejor carta, gracias a un pase maestro.
Si Pablo conseguía ensalzar, elevar y encumbrar a su Jesús no humano, y al mismo tiempo velar, tapar, ignorar al Jesús humano de Los Doce, entonces él ya dejaría de pelear por estar al mismo nivel de los Apóstoles, porque pasaría a estar por encima de todos ellos.
Si su plan daba resultado, Pablo sería el máximo Apóstol. El único Apóstol escogido por el único Jesús que a partir de entonces importaría.
Pablo inicia así el proceso que le terminaría de dar forma al sistema de creencias de Occidente en los siguientes 20 siglos. El proceso de deshumanización de Cristo, que llevó al extremo la polaridad de posiciones entre Pablo y Juan.