EL NÚMERO DE SU NOMBRE - EL INFIERNO (Capítulo 4)
“EL NÚMERO DE SU NOMBRE”
por Pampa Fillol (https://www.facebook.com/photo/?fbid=638523439870921&set=a.625655567824375)
CAPÍTULO 4: EL INFIERNO
Tal vez el bando ganador haya hecho todo con la mejor intención. Y si la intención era darle una religión a un Imperio, y luego a todo el mundo occidental, o si la intención era darle un Imperio y todo el mundo occidental a una religión, sea cual haya sido la intención, los resultados merecen aplausos.
Si ese era el objetivo, hay que congratular a Pablo. Lo que él dijo que había que decir funcionó perfectamente para que el Imperio, y a la larga todo Occidente, quedara unificado por una misma fe.
Evidentemente, Pablo sabía lo que había que decir, y lo que no había que decir, a fin de cumplir esa meta.
Desde el punto de vista de Juan, sin embargo, no hay motivos para celebrar. Juan veía el mensaje de Jesús como algo atemporal, que se arruinaría al intentar adaptarlo a las necesidades de un momento histórico. En especial si en esa adaptación se terminaba comunicando lo contrario de lo que Jesús había venido a decir.
Además, al darle a ese mensaje atemporal una dimensión temporal que originalmente no tenía, se ganaba quizás una utilidad para una determinada situación, pero se perdía el valor del mensaje para cualquier otra circunstancia.
El mensaje atemporal no sirve a ningún momento histórico, y por eso mismo sirve a todos. El mensaje adaptado a una determinada coyuntura tal vez sirva en ese instante, pero ¿qué sucede cuando el momento histórico cambia, cuando la situación es otra, cuando la coyuntura es distinta? Sucede que no solo el mensaje ya no funciona, sino peor aún: el mensaje trae consecuencias indeseadas, aunque en su momento se hubiera hecho todo con la mejor intención.
Del mensaje original de Jesús, jamás podría haber emergido la Inquisición, por ejemplo. Pero en la batalla política entre el bando de Pablo y el de Juan hubo un claro ganador, y la Iglesia que conquistó el mundo fue la Iglesia del bando ganador, edificada sobre el mensaje del bando ganador.
Y mil años después, el mensaje que mil años antes había servido para conquistar el mundo surtía, de pronto, efectos colaterales inesperados.
Mientras que, entre fines del Siglo XII y principios del Siglo XIX, la Santa Inquisición juzgó, torturó y quemó a quienes no cumplían con las palabras que profesaba la Iglesia del bando ganador, el Jesús del bando perdedor, el que aparece en el Evangelio de Juan, había dicho: "Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo" (Juan 12:47).
Sobre esas palabras, "al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo", era imposible fundar una institución que juzgaba, torturaba y quemaba.
Los libros del bando ganador incluidos en el Nuevo Testamento --el Evangelio de Mateo, influido por Pablo, y los Evangelios de Marcos y de Lucas, ambos ideados por Pablo, ubicados los tres por delante del Evangelio de Juan, y las 14 (catorce) Cartas de Pablo, ubicadas también por delante de las 3 (tres) Cartas de Juan-- transmiten una imagen de Dios que parece pensada para infundir temor. Quizás infundir temor era lo que hacía falta para poner orden en ese momento histórico, y entonces en Mateo 10:28 se dice "teman a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena", en Mateo 23:15 se describe a alguien que es "digno de la Gehena" y en Mateo 5:22 a alguien que "merece ser condenado por un tribunal y merece la Gehena de fuego", y en Mateo 23:33 se menciona otra vez "la condenación de la Gehena".
"Gehena" es la castellanización del término griego "Geena", que significa "Infierno". Los Evangelios del bando ganador plantean la amenaza del Infierno en algunos otros pasajes, como los siguientes, por orden de aparición: Mateo 5:29 "que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena", Mateo 5:30 "que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena", Mateo 11:23 "serás precipitada hasta el Infierno", Mateo 13:42 "los arrojarán en el horno ardiente", Mateo 13:49-50 "vendrán los ángeles para arrojarlos en el horno ardiente", Mateo 18:9 "ser arrojado con tus dos ojos en la Gehena del fuego", Marcos 9:43-44 "ir a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se extingue", Marcos 9:45-46 "ser arrojado a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se extingue", Marcos 9:47-48 "ser arrojado a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se extingue", Lucas 3:17 "consumirá la paja en el fuego inextinguible", Lucas 10:15 "serás precipitada hasta el Infierno", Lucas 12:5 "yo les indicaré a quién deben temer: teman a ese que, después de matar, tiene el poder de arrojar a la Gehena; sí, les repito, teman a ese" y Lucas 13:28 "allí habrá llanto y rechinar de dientes".
Esta última frase de Lucas, "allí habrá llanto y rechinar de dientes", aparece también otras seis veces en Mateo (8:12, 13:42, 13:50, 22:13, 24:51 y 25:30).
En base a esa idea de Dios, un Dios que juzga, condena y luego castiga con fuego, una institución que juzga, conden