Este es parte del comentario que Fabián hace. Pero aquí en DDLA tenemos otra visión de la muerte, puesto que no existe y solo es un tránsito hacia otro estado donde la consciencia es acumulativa, no así la inconsciencia, pero el juego de la existencia sería descubrir que así es. "¿Por qué vivir, si vamos a morir?
Esta fue una pregunta clave para Albert Camus, un apuesto filósofo francés ganador del Premio Nobel. Camus creía que la muerte le roba el significado a la vida: ¿de qué sirve vivir si todo lo que nos espera es una tumba fría e infestada de gusanos? Camus encontró su respuesta al sinsentido de la vida en una aceptación tenaz e inmutable de nuestra lamentable condición. Vamos a morir, y no hay nada que podamos hacer para cambiar eso, así que en el lugar de revolcarnos en la angustia por nuestra situación, ¿por qué no simplemente aceptarlo? Esta aceptación es una forma de rebelión contra la impotencia despiadada de la existencia: voy a morir, pero que te den, lo aceptaré de todos modos."
La realidad que vivimos es una mentira y por eso tenemos necesidad de ir acoplándonos con distintos yoes a las circunstancias, porque la verdad es tan potente que es difícil aceptar.
Ésta es una historia sin fecha de inicio o fin, aunque sí se puede decir que transcurrió una gran porción de tiempo entre los primeros acontecimientos y aquellos que marcaron un nuevo rumbo. Un tiempo habitado por seres que entrecruzaron sus vidas, en una mixtura compleja y atrevida. En ella se entrelazan sentimientos humanos y supra humanos, volcados en hechos algunos de ellos inexplicables por la inteligencia humana, tal y como la conocemos y otros destinados a cambiar el paradigma del tiempo futuro. Muchos hablan hoy del “despertar”. Se refieren, seguramente, al despertar de las consciencias. Pero, además de las consciencias, es menester profundizar en nuestro ser para encontrar la verdadera razón de nuestras vidas. No es tarea fácil, porque estamos inmersos en un sistema de vida totalmente opuesto a aquello que somos en realidad. Agredidos por millones de frecuencias de radio, teléfonos celulares, etc., nuestros cuerpos atómicos sufren una parálisis que nos aísla del verdadero propósito de nuestras vidas. Estamos al servicio de mecanismos de poder, que inventaron un sistema de vida materialista y en el que navegamos con absoluta comodidad. Tan cómodos estamos, que no reconocemos que esta corriente nos lleva directamente a la catarata. Es sabido que somos “eternos”, pero en esta realidad tridimensional nos enseñan que somos finitos, que nuestro fin llega con la muerte, y se la muestra como un hecho indiscutible, que debemos aceptar con resignación. MOSTRAR MENOS